UN
"EQUIPO" SE CIMENTA SOBRE LO COMÚN, LO COMPARTIDO
Un PROYECTO COLECTIVO, sea un equipo, una sociedad gastronómica, una
asociación cultural o de vecinos, una región o un
país… exige una visión de presente y futuro común entre sus miembros, un proyecto
compartido en torno a unos objetivos comunes.
Parece que esto se olvida en
esta sociedad en la que prima el derecho a lo individual, a las diferencias, a la diversidad…
y donde se ningunea lo común o compartido. El “equipo” se debe apoyar especialmente en el
espacio común y compartido. Parece como si se realzara lo diferente respecto a lo común, se diese
más importancia a las diferencias que a lo compartido, hasta el punto de que el discurso
políticamente correcto en nuestra sociedad parece recordarnos permanentemente el derecho a
ser diferente.
El equipo se sustenta en lo común, en lo
compartido, en lo colectivo.
Aunque la supervivencia de un
proyecto colectivo requiere del respeto de las diferencias para hacer posible convivir y
trabajan juntos, su auténtica viabilidad exige poner énfasis en el espacio común, en lo compartido: unos
objetivos o metas, una convivencia, una ilusión, unos valores, una cultura, una filosofía… En
definitiva, un equipo exige una visión colectiva.
Ninguna realidad colectiva se
sostiene en el tiempo si prevalece lo individual y diferente. Su respeto es necesario, pero
nunca es suficiente. Se requiere de un contenido que una, que aglutine, que comprometa, que
genere complicidad mutua sobre lo que se comparte.
Si las relaciones de pareja
ponen énfasis en las discrepancias, en lo que separa o distancia… su recorrido va a ser muy corto;
desde el respeto mutuo su auténtico futuro se construye en torno a un proyecto en común, a partir
del cual su recorrido será mucho mayor. Un grupo de amigos, una familia, un estado… debe
focalizar su atención sobre el vínculo que les une y la visión que comparten; en un proyecto
colectivo nunca pueden prevalecer y ocupar más espacio y tiempo los egos individuales que el
interés colectivo.
No se trata de someter los
egos al protagonismo colectivo sino más bien de favorecer el desarrollo individual desde el proyecto
colectivo. Entonces éste se convierte en un cómplice del desarrollo individual. Yo y nosotros no
son dos realidades enfrentadas sino complementarias que se enriquecen mutuamente.
Nuestra sociedad demanda individuos inteligentes que comprendan que su desarrollo es más fácil
desde la realidad colectiva. El yo colabora con el nosotros por inteligencia, no por
altruismo ni sometimiento.
Te conviertes en el mayor enemigo de un proyecto
colectivo (equipo) cuando consideras que éste no te puede aportar gran cosa y más bien
estás en disposición de darle tú mucho más de lo que él te pudiera devolver. Hay que
defenderse de estos “salvadores” que sienten que “el equipo soy yo” pues acaban convirtiéndose en
“maltratadores o tiranos” del equipo, asociación, país… del proyecto colectivo.
Autor: JOSÉ CARRASCOSA (Psicólogo del Deporte y Director de www.sabercompetir.com)
EXPUESTO POR:
JOSE
BURGOS, Entrenador Juv. Preferente UD Maracena