¿Qué puedes hacer por mí?
Aprende a aceptar que los niños no jugamos para entretener al público, ni para ganar, jugamos para divertirnos, para pasarlo bien. Es importante que aceptes esta situación como parte del juego. Desde que me diste un balón, quería jugar, competir y ganar, pero no a cualquier precio. Se trata de saber encauzar la victoria, se trata de saber perder y saber ganar. No me recrimines mis errores. Estoy aprendiendo, soy pequeño. No me teledirijas, no me des instrucciones, que lo haga el entrenador, si no me equivoco nunca aprenderé. Ten en cuenta que tus comportamientos son un modelo a imitar por mí. No hagas que acabe odiando el fútbol por tí.
La mayoría de padres adoptan una actitud de respeto y diversión sin buscar más allá que su hijo pase un rato divertido, fíjate en ellos. Si vas a sufrir, no vayas a verme, porque yo también sufro. No me ridiculices, ni a mí ni a mi equipo, bajo ningún concepto. No cuestiones las decisiones del entrenador ni de los árbitros. Apóyame, tanto en el esfuerzo como en la victoria. Reconoce mis virtudes y las de los demás.
El fútbol, a mi edad, es una etapa lúdico formativa en la que quiero que me acompañes. Pero quiero tener la libertad de encontrarme a mi mismo y tú debes ser el responsable de ese camino. Estoy aprendiendo el valor de las cosas, viviendo con ilusión el deporte que más me gusta, el fútbol. Déjame que supere por mi mismo las adversidades y respeta mi proceso de formación. Me gustaría ser jugador de fútbol profesional, pero si no lo soy, no pasa nada, me conformaría con hacer deporte y jugar con mis amigos todo el tiempo que pueda.
Por último, debes saber que, a pesar de todo lo que te cuento en esta nota, el fútbol y tú sois lo más importante en mi vida y me gustaría que siguiera siendo, por eso quiero que seas mi padre, no mi entrenador.
Te quiero papá.
Pedro Meseguer Díez, Entrenador de futbol.